No importa ser guapo —porque guapos, hay muchos—, lo que realmente importa es saber ser guapo. El sábado me detuve a admirar el poder de seducción de Brandon Flowers y sus Killers en el Estadio GNP. Qué espectáculo. Nunca había sentido tanta envidia por alguien. Es que sonríe y llena el escenario. Y aparte es un grandioso músico; recordé tantas cosas escuchadas, vistas o leídas, por ejemplo: cuando Dominguín se acomodaba el cabello y toda la plaza le veía sin importar que Manolete estuviera toreando; James Dean o Paul Newman mirando a la cámara, o el poderoso showman que fue Elvis Presley. Son hombres que con mirar o sonreír o hacer un simple gesto (pareciera fácil) ya hicieron todo; pero esto no tiene que ver solamente con la belleza, sino con ese cheque todavía más misterioso que es saber tenerla, porque la belleza sin saberla ejercerla, se convierte en vulgaridad.
En esa clase oculta, discreta, casi disimulada pero a la vez potentemente visible, Brandon Flowers nos hipnotizó para explotar un concierto (de remarcar) en punto (gracias) de las 21:00. Abrió ‘Read My Mind’ y el vocalista vestía un traje negro a la medida, excelsamente cortado y el sonido de toda la banda en conjunto le hacía brillar aún más. Desgranaron sus alhajas en un “setlist”muy bien seleccionada; aquello sucumbió con ‘Be Still’, ‘Runaways’, ‘All These Things’ y ‘When You Were Young’. Se palpaban visiblemente inspirados. Luego vino un cover memorable de ‘A Little Respect’ antes de cerrar con ‘Human’ y ‘Mr. Brightside’. Fueron no más de 100 minutos de rock alternativo, de compromiso con los 50,000 asistentes y sobre todo una clase maestra de Brandon Flowers de como llenar el espacio. Un derroche superior de energía, de vida y de música. Una tremenda bandota.